Mi fe: Supermercado.
Erosionada yo.
Rasco los huevos que pone la iglesia y el gobierno
por última vez sobre el traje del bautismo
el de primera comunión, el uniforme de la escuela, el de
los quince años,
el velo del casamiento.
Huelo mis manos
y siento el rancio de sus años residentes en mi cuerpo.
El café y la leche hirviendo no me queman,
yo quemo tu raja de leña cuando entra a mi horno
Con que valor extirpé las hernias discales de tu columna?
Con que valor aguantaste la cabalgata que pegué sobre tu
angustia?
Te paralizo con mi lengua,
ahora soy más insolente y malcriada
y me creo la gran cosa,
le voy contar al comité inquisidor de la ciudad en que
echaste raíces
que me distes besos negros desalinizando cada gota de
calor.
Machaco cebolla en tus ojos y atizo el fuego del espíritu
de contradicción
mi precio se dispara, un difícil trance para la economía:
filas de gente pidiendo sexo, teatro y poemas
en bacinillas de hospital,
y dirán no es digna ni de la mierda de los chanchos
pero querrán oír las malas palabras
para entonces estaré lejos
putiando para otro menú en otra ciudad