Por las calles oscuras que guardaron
el secreto de nuestros besos,
por el silencio acosador de los que no
soportan tu mano encima de mi mano,
por las caricias ocultas entre los tumultos
de gente,
por todas las veces que entramos al baño
de algún bar,
por las llamadas telefónicas interceptadas
por tu mama.
Por todo eso y aquello,
derrochemos más la complicidad
y todo
el deseo que nos recorre y nos empapa
como la lluvia,
¿Y quién detiene la lluvia?